La "Didaké" o "enseñanza de los Apóstoles"

La Didaké o "enseñanza de los Apóstoles" es uno de los documentos cristianos más antiguos, posiblemente anterior a algunos textos del Nuevo Testamento. De origen judío, llegó por la iglesia judía a los gentiles convertidos al cristianismo. Su forma actual data del siglo I o principios del II.

He aquí el texto:

LOS DOS CAMINOS (PRECEPTOS DE CONDUCTA):

1. Hay dos caminos, uno de vida y uno de muerte, y hay una gran diferencia entre los dos caminos.

El camino de la vida es éste:

Primero, amarás a Dios que te hizo; segundo, a tu vecino como a ti mismo. 

Y todas las cosas que no quieras que se te hagan a ti, no las hagas a otro.

Ahora bien, la doctrina de estas palabras es ésta. Bendice a los que te maldicen, y ora por tus enemigos y ayuna por los que te persiguen; porque ¿qué recompensa hay si amas a los que te aman? ¿No hacen lo mismo los gentiles? Pero amad a los que os aborrecen, y no tendréis un enemigo. 

Absteneos de todos los deseos carnales y del cuerpo. 

Si un hombre te golpea en la mejilla derecha, preséntale la otra también, y sé tú perfecto; y si un hombre te carga con una milla, ve con él dos; si un hombre te quita la capa, dale también el abrigo; si un hombre te quita lo que es tuyo, no se lo reclames, porque tampoco puedes. 

A todo el que te pide dale, y no le reclames; porque el Padre desea que se den dones a todos de sus propios tesoros. Bienaventurado es el que da según el mandamiento; porque es intachable. Ay de aquel que recibe; porque si un hombre recibe teniendo necesidad, no es culpable; pero si no tiene necesidad, dará satisfacción de por qué y cuándo recibió; y siendo puesto en prisión, será examinado con respecto a los actos que ha cometido, y no saldrá de allí hasta que haya devuelto el último cuarto. Sí, en cuanto a esto se dice también: Que tus limosnas suden en tus manos hasta que sepas a quién has de dar.

2. Y éste es el segundo mandamiento de la enseñanza. No matarás, y no cometerás adulterio, no serás corruptor de muchachos y no fornicarás, no robarás, no tendrás tratos con magia, ni harás hechicerías, ni matarás a un niño con un aborto, ni matarás al que ha nacido, no codiciarás los bienes de tu prójimo, no perjurarás, no darás falso testimonio, no incurrirás en maledicencia, no guardarás rencores, no serás de doble ánimo ni de doble lengua, porque la lengua falsa es un lazo de muerte. 

Tu palabra no será falsa o vacía, sino que la cumplirás con tus actos. No serás avaricioso ni rapaz ni hipócrita, ni tendrás mal genio ni serás orgulloso. No albergarás malas intenciones contra tu prójimo. No aborrecerás a nadie, pero a algunos has de reprobar, y has de orar por otros, y a otros amarás más que tu propia vida.

3. Hijo mío, apártate del mal y de todo lo que lo parece. No te enojes, porque la ira lleva al homicidio; ni seas celoso ni contencioso ni irascible, porque todas estas cosas engendran homicidios. 

Hijo mío, no seas lujurioso, porque la lujuria lleva a la fornicación; ni hables de modo obsceno ni mires de soslayo, porque todas estas cosas engendran adulterios. 

Hijo mío, no tengas nada que ver con presagios, puesto que llevan a la idolatría, ni con encantadores, astrólogos o magos, ni aun los mires, porque de estas cosas se engendra idolatría. 

Hijo mío, no mientas, puesto que el mentir lleva al hurto; ni seas codicioso ni vanidoso, porque todas estas cosas engendran hurtos. 

Hijo mío, no seas murmurador, puesto que lleva a la blasfemia; ni voluntarioso, ni tengas malos pensamientos, pues de todas estas cosas vienen las blasfemias. 

Sino sé manso, porque los mansos heredarán la tierra. 

Sé paciente, compasivo e intachable, tranquilo y amable y siempre temiendo las palabras que has oído. 

No te ensalzarás a ti mismo, ni admitirás audacia en tu alma. 

No te juntarás con los altivos, sino con los justos y humildes será tu camino. Los accidentes que te sobrevengan los recibirás como buenos, sabiendo que no ocurre nada sin Dios.

4. Hijo mío, recordarás al que te habla la palabra de Dios día y noche, y le honrarás como en el Señor; porque dondequiera que habla la Soberanía, allí está el Señor. 

Además, irás en busca, día tras día, de las personas de los santos, para que puedas hallar reposo en sus palabras. 

No harás cismas, sino que apaciguarás a los que contienden; harás juicio con justicia, no harás diferencia en la persona para reprobarle por sus transgresiones. No vaciles sobre si una cosa ha de ser o no ha de ser.

No seas hallado extendiendo las manos para recibir, pero retrayéndolas cuando hay que dar. Sí hay algo en tus manos, ofrécelo como rescate por tus pecados. No vacilarás en dar, ni murmurarás cuando des; porque sabrás quién es el buen pagador de tu recompensa. No te apartarás de aquel que está en necesidad, sino que harás partícipe a tu hermano de todas las cosas, y no dirás que algo es tuyo propio. Porque si sois copartícipes de lo que es imperecedero, ¿cuánto más debéis serlo de las cosas que son perecederas?

No rehusarás poner tu mano sobre tu hijo o tu hija, sino que desde su juventud les enseñarás el temor de Dios. 

No darás órdenes a tu criado o criada que confían en el mismo Dios que tú, en tu rencor y ojeriza, para que no suceda que dejen de temer a Dios que está por encima de ti y de ellos; porque El viene, no para llamar a los hombres, haciendo acepción de personas, sino que viene a aquellos a quienes el Espíritu ha preparado. 

Pero vosotros, siervos, estad sujetos a vuestros amos, como a un tipo de Dios, en vergüenza y temor.

Aborrecerás toda hipocresía y todo lo que no es agradable al Señor. 

Nunca abandonarás los mandamientos del Señor; sino que guardarás las cosas que has recibido, sin añadir a ellas y sin quitar de ellas. 

En la iglesia confesarás tus transgresiones, y no te dirigirás a orar con una mala conciencia.

Este es el camino de la vida.

Pero el camino de muerte es éste:

Ante todo, es malo y lleno de maldición; homicidios, adulterios, concupiscencias, fornicaciones, robos, idolatrías, artes mágicas, hechicerías, saqueos, falsos testimonios, hipocresías, doblez de corazón, traición, orgullo, malicia, tozudez, codicia, palabras obscenas, celos, audacia, engreimiento, jactancia; perseguidores de los hombres buenos, aborrecen la verdad, aman la mentira, no advierten la recompensa de la justicia, ni se adhieren a lo bueno ni al juicio recto, descuidados para lo que es bueno, pero atentos a lo que es malo; de los cuales están muy lejos la mansedumbre y la tolerancia; amantes de las cosas vanas, tras la recompensa, sin compasión para el pobre, ni trabajando para ayudar al que está oprimido por el trabajo; sin reconocer a Aquel que los hizo, homicidas de niños, corruptores de las criaturas de Dios, que se apartan del que está en necesidad, oprimen al afligido, defienden al rico, jueces injustos de los pobres, en todo pecaminosos. 

Hijos míos, que podáis ser librados de todas estas cosas.

6. Mira que ninguno te desvíe de este camino de justicia, porque el tal hombre te enseña distinto de Dios. Porque si tú puedes llevar todo el yugo del Señor, serás perfecto; pero si no puedes, haz todo lo que puedas.

Y con referencia a la comida, come de aquello que puedas; con todo, abstente en absoluto de la carne sacrificada a los ídolos; porque es adoración a dioses muertos.

SOBRE EL BAUTISMO

7. Con respecto al bautismo, os bautizaréis. Habiendo primero repetido todas estas cosas, os bautizaréis en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en agua viva (corriente). 

Pero si no tienes agua corriente, entonces bautízate en otra agua; y si no puedes en agua fría, entonces hazlo en agua caliente. 

Pero si no tienes ni una ni otra, entonces derrama agua sobre la cabeza tres veces en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 

Pero, antes del bautismo, que el que bautiza y el que es bautizado ayunen, y todos los demás que puedan; y ordenarás a aquel que es bautizado que ayune un día o dos antes.

SOBRE EL AYUNO Y LA ORACIÓN

8. Y que vuestros ayunos no sean con los hipócritas, porque éstos ayunan en el segundo y quinto día de la semana; pero vosotros guardad el ayuno en el cuarto día y en el de la preparación (el sexto). 

No oréis como los hipócritas, sino como el Señor ha mandado en su Evangelio, por lo que oraréis así:

"Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre; venga tu reino; hágase tu voluntad, en el cielo como también en la tierra; danos hoy nuestro pan cotidiano; y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal; porque tuyo es el poder y la gloria para siempre jamás". 

Oraréis así tres veces al día.

SOBRE EL PARTIMIENTO DEL PAN (SANTA CENA):

9. En cuanto a la acción de gracias eucarística, dad gracias de esta manera. 

Primero, por lo que se refiere a la copa: Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa vid de tu hijo David, la cual nos has dado a conocer por medio de tu Hijo Jesús; tuya es la gloria para siempre jamás.

Luego, por lo que respecta al pan partido: Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y conocimiento que Tú nos has dado a conocer por medio de tu Hijo Jesús; tuya es la gloria para siempre jamás. Tal como este pan partido estaba esparcido por las montañas y al ser juntado pasó a ser uno, así también que tu Iglesia pueda ser juntada de todos los extremos de la tierra en tu reino; porque tuya es la gloria y el poder por medio de Jesucristo para siempre jamás. 

Pero que ninguno coma o beba de esta acción de gracias eucarística, a menos que haya sido bautizado en el nombre del Señor; porque respecto a esto también ha dicho el Señor: No deis lo santo a los perros. 

10. Y después, cuando estéis satisfechos, dad gracias así: Te damos gracias, Padre Santo, por tu santo nombre, porque Tú has puesto tu tabernáculo en nuestros corazones, y por el conocimiento y fe e inmortalidad que nos has dado a conocer por medio de tu Hijo Jesús; tuya es la gloria para siempre jamás. Tú, Señor Todopoderoso, creaste todas las cosas por amor a tu nombre, y diste comida y bebida a los hombres para que disfrutaran de ellas, y para que pudieran darte gracias a Ti; pero nos has concedido alimento y bebida espiritual y vida eterna por medio de tu Hijo. Ante todo, te damos gracias porque eres poderoso; tuya es la gloria para siempre jamás. Recuerda, Señor, a tu Iglesia para librarla de todo mal y para perfeccionarla en el amor; y recogerla de los cuatro vientos -tu Iglesia que ha sido santificada- en tu Reino que has preparado para ella; porque tuyo es el poder y la gloria para siempre jamás. Que venga la gracia y que pase este mundo. Hosanna al Dios de David. Si alguno es santo, que venga; si alguno no lo es, que se arrepienta. Maran Atha. Amén. 

Pero permitid a los profetas que ofrezcan acción de gracias tanto como deseen.

SOBRE LOS PROFETAS:

11. A todo aquel que venga y enseñe todas estas cosas que se han dicho antes, recibidle; pero si el maestro es él mismo corrupto y enseña doctrina diferente para la destrucción de estas cosas, no le escuchéis; pero si es para el aumento de la justicia y el conocimiento del Señor, recibidle como al Señor. 

Pero, con respecto a los apóstoles y profetas, obrad con ellos en conformidad con la ordenanza del Evangelio.

Que todo apóstol, cuando venga a vosotros, sea recibido como el Señor; pero no se quedará más de un solo día, o, sí es necesario, un segundo día; pero si se queda tres días, es un profeta falso. 

Y cuando se marche, que el apóstol no reciba otra cosa que pan, hasta que halle cobijo; pero si pide dinero, es un falso profeta. 

Y al profeta que hable en el Espíritu no lo probaréis ni lo discerniréis; porque todo pecado será perdonado, pero este pecado no será perdonado. 

No obstante, no todo el que habla en el Espíritu es un profeta, sino sólo el que tiene los caminos del Señor. Por sus caminos, pues, será reconocido el profeta falso y el profeta. 

Y ningún profeta, cuando ordenare una mesa en el Espíritu, comerá de ella; pues de otro modo es un falso profeta. 

Y todo profeta que enseñe la verdad, si no hace lo que enseña, es un falso profeta. 

Y ningún profeta aprobado y hallado verdadero, que hace algo como un misterio externo típico de la Iglesia, y, con todo, no os enseña a hacer todo lo que él hace, que no sea juzgado delante de vosotros; porque tiene su juicio en la presencia de Dios; porque de la misma manera también hicieron los profetas en los días de antaño. 

Y todo aquel que diga en el Espíritu: Dadme plata u otra cosa, no le escuchéis; pero si os dice que deis en favor de otros que están en necesidad, que nadie le juzgue. 

12. Pero que todo el que venga en el nombre del Señor sea recibido; y luego, cuando le hayáis probado, le conoceréis, porque discerniréis la mano derecha de la izquierda. 

Si el que viene es un viajero, ayudadle en cuanto os sea posible; pero no se quedará con vosotros más de dos o tres días, si es necesario. 

Pero si quiere establecerse entre vosotros, si tiene un oficio, que trabaje y coma su pan. Pero si no tiene oficio, según vuestra sabiduría proveed de que viva como un cristiano entre vosotros, pero no en la ociosidad. Si no hace esto, es que está traficando con respecto a Cristo. Guardaos de estos hombres. 

13. Pero todo profeta verdadero que desee establecerse entre vosotros es digno de su comida. De la misma manera un verdadero maestro es también digno, como el obrero, de su comida. Así pues, todas las primicias del producto del lagar y de la era de trilla, de tus bueyes y tus ovejas, se las llevarás y darás como primicias a los profetas; porque son vuestros sacerdotes principales. 

Pero si no tenéis un profeta, dadlas a los pobres. Si haces pan, toma las primicias y dalo según el mandamiento. 

De la misma manera, cuando abras una jarra de vino o de aceite, toma las primicias y dalo a los profetas; sí, y del dinero y vestido y toda posesión, toma las primicias según te parezca bien, y dalo según el mandamiento.

SOBRE EL DÍA DEL SEÑOR:

14. Y en el día del Señor congregaos y partid el pan y dad gracias, confesando primero vuestras transgresiones, para que vuestro sacrificio sea puro. 

Y que ninguno que tenga una disputa con su compañero se una a la asamblea hasta que se haya reconciliado, para que su sacrificio no sea mancillado; porque este sacrificio es aquel del que habló el Señor: En todo lugar y en todo tiempo ofrecedme un sacrificio puro; porque yo soy un gran rey, dice el Señor, y mi nombre es maravilloso entre las naciones.

SOBRE LOS OBISPOS Y DIÁCONOS:

15. Designaos, pues, obispos y diáconos dignos del Señor, hombres mansos y no amantes del dinero, íntegros y aprobados; porque éstos ejecutarán el servicio de profetas y maestros para vosotros. 

Por tanto, no los despreciéis; porque son hombres honorables junto con los profetas y los maestros.

SOBRE LA PREPARACIÓN PARA LA SEGUNDA VENIDA DEL SEÑOR:

Y reprendeos los unos a los otros, no en ira, sino en paz, como halláis en el Evangelio; y que ninguno hable a otro que ha errado contra su prójimo, y que éste no oiga una palabra vuestra hasta que se arrepienta. 

Pero haced que vuestras oraciones y vuestras limosnas y todos vuestros actos sean según halláis en el Evangelio de nuestro Señor.

Velad, pues, por vuestra vida; que vuestras lámparas no se apaguen y vuestros lomos no estén sin ceñir, sino estad preparados; porque no sabéis la hora en que vendrá nuestro Señor. 

Y congregaos con frecuencia, procurando lo que es apropiado para vuestras almas; porque todo el tiempo de vuestra fe no os beneficiará si no sois perfeccionados en la última hora. 

Porque en los últimos días se multiplicarán los falsos profetas y los corruptores, y las ovejas se volverán lobos, y el amor se cambiará en aborrecimiento. 

Porque cuando aumente la licencia y el libertinaje, se aborrecerán los unos a los otros y se perseguirán y se traicionarán. 

Y entonces el engañador del mundo aparecerá como hijo de Dios; y hará portentos y señales, y la tierra será entregada a sus manos; y hará cosas inmundas, que nunca se han visto en el mundo desde que empezó. 

Entonces toda la humanidad creada será probada por fuego y muchos serán escandalizados y perecerán; pero el que persista en su fe será salvo por el que ha sido hecho maldición. 

Y entonces aparecerán las señales de la verdad; primero la señal de un desgarro en el cielo, luego la señal de la voz de una trompeta, y tercero la resurrección de los muertos; con todo, no de todos, sino como fue dicho: El Señor vendrá y todos sus santos con El. 

Entonces el mundo verá al Señor que viene en las nubes del cielo.

JPV

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