El Papa que condenó a Lutero

Lo que fue el Papado en aquella época nos lo dicen claramente Los mismos historiadores católico-romanos:

“Cuentan que León X al subir a las Las estancias vaticanas dijo a su hermano Giuliano:Gocemos del Papado, ya que Dios nos lo ha dado”. Y, en efecto, el pontificado del prime Medicis fue para Roma una continua fiesta: Roma vino a ser la patria de todos los eruditos, donde hallaron pleno asiento en los banquetes y donde el renacimiento clásico llegó a todo su apogeo. EI Medicis, aun siendo simple cardenal, tenía ya una pequeña corte de literatos, hombres de ciencia y artistas; él mismo poeta, tenía un ingenio versátil y era hombre de varia cultura y espíritu sensible a toda forma de lo bello, pero falto de profundidad.

Podríase pintar un cuadro variadísimo y de mil colores -escribe Gregorovius-, si se describiese un año sólo de La vida de Roma en la era de León X y cupiese recordar aquella no interrumpida serie de fiestas que allí se celebraban, en la más abigarrada mezcla de Paganismo y cristianismo: mascaradas carnavalescas, espectáculos de mitología antigua, historias romanas representadas en magníficos escenarios, por otra parte procesiones esplendidas y fiestas de iglesia y representaciones de La Pasión en el Coliseo, y declamaciones clásicas en el capitolio y otras fiestas y discursos en el aniversario de La fundación de Roma; y todos Los días cabalgatas de cardenales y ceremonias de recepciones de embajadores y príncipes con comitivas tan numerosas que más bien parecían ejércitos, y cortejos del papa cuando salía a sus partidas de caza con dirección a Magliana, a Palo, a Viterbo, con halcón al puño detrás de él jaurías y pesados bagajes y turbas de criados y séquito de cardenales y de oradores extranjeros y el alegre enjambre de poetas de Roma seguidos de una caterva de barones y de príncipes con un alboroto que Lo asemejaba todo a una comparsa de bacantes”.

Olímpicamente sereno y dichoso el joven pontífice disfrutaba contemplando desde su trono la vida jovial y distraída que hormigueaba en torno suyo. Él era un mundano elegante, un hombre de gusto

Su camarero Seráfica estaba facultado para introducir en los aposentos del pontífice todo tipo de bufones que supiesen solazar con donaires y dichos picantes, mientras el laureado Querno, disfrazado de Venus (travestido) cantaba versos de doble sentido y verborroteaba en grandes

Del mismo poetastro, que percibía 200 ducados de provisiones y 150 florines de estipendio mensuales, escribe el arcediano Salvioleta “El papa le hace yantar en un taburete en sur presencia y antes de que pruebe bocado, canta versos de doble sentido, y os aseguro que compone mucho y verborrotea mucho, y bebió más de cuatro bocales de vinos romanos, corsos y griegos. No comprendo como pudo tragar tanto vino”.

Pero el bufón preferido del papa era Frate Mariano, el cual decía a sur señor: “¡Ea padre Santo, a vivir, que lo demás son cuentos” “La pasión por el teatro, sobre todo por la comedia, rayaba a la sazón el paroxismo: “Oh, tiempos, oh costumbres! (Exclamaba Gregorio Giraldi). El teatro obsceno vuelve a la vida: En todas partes se representan comedias y obras que por su obscenidad habrían sido mandadas retirar por unánime consenso de todos los cristianos, ahora se representan a ciencia y paciencia de los prelados y de nuestros mismos obispos y consienten en devolverles carta de naturaleza, y sucede que los sacerdotes y los iniciados en los divinos misterios se huelgan de llevar el nombre, antes infame de histriones (Opera II, p.438) ¡Estaban en boga las comedias de Plauto, la “Mandrágora” de Maquiavelo, la “Calandria” del Cardenal Bibiena y “Suppositi” de Ludovico Ariosto!

En 1514 León X inauguro el carnaval tomando parte en una cacería (por las que sentía una verdadera pasión) en los feudos del cardenal Farnesìo. El papa, en traje de cazador. Acompañado de doce cardenales y seguido por una tropa de cortesanos, literatos y bufones, y de la guardia suiza y los ballesteros, el 10 de enero salió de Roma con rumbo a

Cassino. Los faustos de aquella partida de caza pontificia merecieron ser contados en hexámetros latinos por Baldassare Molosso, conocido con el sobrenombre del tranquillo. León -dice el poeta- semejaba a Júpiter

llegándose a visitar a Los etíopes y los cretenses, acompañado de los Númenes. El joven cardenal Petrucci es el más bello de los mancebos. al que Cupido cedió la aljaba, el arco y las flechas para que atravesase con las afiladas saetas los tiernos corazones de las Ninfas”

Cada año se movilizaba a los mejores artistas para que organizasen las cabalgatas carnavalescas. El Pontífice se divertía como el que más, asistiendo a los juegos, a las carreras de caballos, con premio de telas preciosas (palios), a las luchas con los toros, las cuales no rara vez costaban vidas humanas. Para sur mayor comodidad dispuso además juegos que solían celebrarse en testaccio se transladasen a la Plaza de San Pedro” (Saba Castiglioni, Historia de los Papas).

Este es el papa que condenó a Lutero.

JPV