La Divinidad de Cristo Vindicada nº 1

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La Divinidad de Jesucristo Vindicada (Nº1)

, 26 de Octubre, 2004 21:23:27 (+0200)

Autor www.cristianismo-primitivo.org <autor @......................org>

UN VISTAZO AL ANTIGUO TESTAMENTO

En esta parte deberemos contestar dos preguntas:

¿Existe alguna afirmación del Antiguo Testamento (A.T.) que sea contraria a la divinidad de Jesucristo?

¿Existe en el A.T. alguna afirmación de la divinidad de Jesucristo?

Es un hecho conocido que los apelativos Elohim Adonay (Dios y Señor, respectivamente), empleados para referirse a Yahvé, son formas plurales.

Es cierto que entre los antiguos era un uso aceptado el de utilizar plurales para enfatizar la dignidad de aquel que se buscaba exaltar; a esto se le llama "plural de majestad". Estas formas plurales se usan normalmente con verbos singulares. Sin embargo, existen casos en que, hablando Dios mismo, utiliza el plural; así en Gn. 1:26, "Hagamos", y Gn. 11:7, "descendamos y confundamos allí su lengua". A veces se le llama a esto un "plural de plenitud". Otros han sugerido que Dios hablaba con los ángeles. Pero la Escritura afirma explícitamente que Dios estuvo solo en su labor creadora (Ver Isaías 40:14; 44:24).

Además en Gn.1 se habla de Dios, de su Espíritu y de lo que Dios dice, esto es, Su Palabra o Verbo. En resumen, no hay en Gn.1 una clara enseñanza trinitaria, pero por cierto tampoco antitrinitaria.

Por otra parte, un análisis de los textos sobre el Ángel de Yahveh (Gn. 16:7; 11) o Ángel de Dios (Gn. 3 1:1 l), que no es otro que el mismísimo Yahveh (Gn. 16:13; 18:1, 33; 31:13; 32:24, 30; Jue. 6:22s), demuestra que Yahveh se manifestó en forma visible a los hombres en el A.T. Estos textos contradirían abiertamente a Éx. 33:18‑20, 23; Jn. 1: 18 y 1 Jn. 4:12 (nadie ha visto jamás a Dios), a menos que se admita que estos últimos textos se refieren al Padre, y que el "ángel" o enviado de Yahveh, que es Yahveh, no es otro que el Verbo de Dios, es decir, Jesucristo, antes de la encarnación. Al respecto dice Kidner: "En el Antiguo Testamento no se hace nada con esta paradoja, pero no debe sorprendemos que el aparente absurdo desaparezca en el Nuevo Testamento. Así como "el Espíritu de Dios" era una expresión del Antiguo Testamento que aguardaba su completa revelación en Pentecostés, así "el Ángel del Señor como término para el mismo Señor, deviene significativo sólo a la luz de "Aquel a quien el Padre... envió al mundo", el Hijo preexistente".

En el mismo sentido debe entenderse la interesante frase de Zac. 3:2: "Dijo el ángel de Yahveh al Satán: ¡Yahveh te reprenda, Satán; reprímate Yahveh...!"

En la oración de Deuteronomio 6:4: "Oye, Israel, Yahveh nuestro Dios, Yahveh uno es", se ha querido ver una afirmación de la unicidad absoluta de Dios. Sin embargo, no es esto lo que el texto afirma. Eichrodt señala que la frase hebrea Shemá yisrael yahweh elohenu yahweh ejad puede traducirse también “Yahveh, nuestro Dios, es un Yahveh único” o bien“¡Yahveh es nuestro Dios, solo Yahveh”, forma esta última que satisface perfectamente el contexto. Por otra parte, es un hecho llamativo que la palabra empleada para describir la unidad de Dios, el término hebreo ejad no implica necesariamente unidad absoluta, sino que puede referirse a una unidad compuesta, como lo demuestra su uso en Gn. 2:24 (una sola carne), Jue. 20:8 (como un solo hombre), Sof. 3:9 (un mismo yugo), etc.

El segundo punto planteado puede responderse brevemente como sigue: La profecía de Is. 9:6, reconocidamente mesiánica, llama al Mesías el gibbór, Dios Poderoso” el mismo título que Isaías aplica a Yahveh unos versículos más abajo (Is. 10:21, igual que en Dt. 10: 17 y Sal. 24:8). Otra gran profecía mesiánica dice que el Cristo o Mesías sería llamado "Yahveh nuestra justicia" (Jer. 23:5s).

En conclusión, aunque la doctrina de la divinidad de Cristo no recibe tratamiento formal en el A.T., al igual que lo que ocurre con la doctrina de la Trinidad y muchas otras, debe admitirse que el A.T. no sólo no niega la Divinidad del Verbo de Dios, sino que claramente la insinúa y anticipa.

(“La Divinidad de Jesucristo vindicada: Señor mío y Dios mío”, Dr. Fernando D. Saraví, Ed. CLIE, 1989 Terrassa, Barcelona. Pags. 27-29)